Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han aumentado de manera muy significativa en los últimos años. Aunque la prevalencia de esta enfermedad es difícil de cuantificar se puede estimar la incidencia de TCA en el deporte entre un 4,2 – 39, 2 % (Dosil, 2004). Los datos de estos estudios no concretan las cifras exactas, ni los deportes o actividades más implicadas. Según un estudio de Slavin (1991) cifraba que, entre el 10-20 % de la población femenina deportista federada norteamericana, y en un mayor porcentaje en Universitarias, tenían algún tipo de problema con su alimentación.

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En anorexia nerviosa así como en casos de bulimia, se da un miedo intenso a engordar y una preocupación excesiva por el peso y la figura. Teniendo en cuenta algunas de las características psicológicas de los deportistas, como el perfeccionismo, la compulsividad y las altas expectativas sobre sí mismo (Hausenblas, Carron, 1999), ha surgido una línea de investigación que ha valorado la posible relación existente entre los TCA y la práctica deportiva. Deportistas y pacientes de TCA, comparten también algunas características. Es frecuentemente que las pacientes diagnosticadas con anorexia recurran al ejercicio físico como método para perder peso. Incluso, aunque no queda recogido en ningún manual de diagnóstico, se ha planteado el término «anorexia por actividad» o «anorexia atlética» (Dosil, 2004) para referirse a aquellos casos en los que se recurre a la actividad excesiva como método para perder peso. En éstos, aparece tanto un malestar significativo al abandonar dicha actividad, como una preocupación por la alimentación «sana» y realización de dietas hipocalóricas desequilibradas estrictas.

El Comité Olímpico americano en el año 1998, realiza una clasificación de los deportes considerados de mayor riesgo a la hora de desarrollar un Trastornos de la Conducta Alimentaria. Dosil (2004) recoge esta clasificación: Deportes por categorías de peso, gimnasio y resistencia. A continuación se revisarán algunos trabajos en los que se intenta poner de manifiesto las características por las que esos deportes, recogidos en la clasificación del USOC, son considerados de mayor riesgo:

Los deportes por categorías de peso son aquellos en los que el peso condiciona la participación en una u otra categoría, se observa con frecuencia que los deportistas se proponen adelgazar muy rápidamente para competir en una categoría inferior y así obtener relativa ventaja al enfrentarse a competidores más ligeros. Así, siendo conscientes en el último momento de su importancia, a menudo estos deportistas recurren a prácticas dietéticas inadecuadas, como restricción calórica severa, no desayunas ni cenar el día anterior y deshidratación voluntaria en los días previos a la competición, con el objetivo de ajustar su peso a la categoría en la que pretenden competir (Burke, 2010). Estas estrategias pueden dar lugar a alteraciones fisiológicas, metabólicas e inmunológicas que ponen en riesgo su salud (Degoutte et al, 2006; Hall, Lane, 2001). Para conseguir adelgazar en un corto espacio de tiempo realizan «dietas Express», con el consiguiente descontrol en la ingesta y completan su plan de adelgazamiento, utilizando algún tipo de purga. Diferentes autores han señalado que los deportistas han recurrido a los vómitos, y el uso de laxantes y diuréticos e incluso al ejercicio excesivo. En concreto, encontraron que deportistas de lucha mostraron una alta puntuación en tendencia a adelgazar, restricción alimentaria y conductas de purga, comparados con atletas de otros deportes (Engels et al, 2003). También en un trabajo de con remeros y luchadores, concluyeron que un 52% recurría frecuentemente al vómito para perder peso (Thiel, Gottfriend, Hesse, 1993).

En estos casos de deshidratación auto-inducida puede tener consecuencias aún más graves, ya que conlleva pérdida de electrolitos, compromete la termorregulación y el flujo sanguíneo e incrementa la susceptibilidad de daño cardiaco, muscular y renal (American College of Sports Medicine et al, 2007). Después de la revisión bibliográfica realizada, la información disponible acerca de las prácticas dietéticas habituales en deportistas de combate es escasa (Drewnowski, Hann, 1999; Pérez-Rodrigo, Ribas, Serra, Aranceta, 2003).

Otros de los deportes considerados de riesgo, son aquellos practicados en los gimnasios. La vigorexia es el principal problema, en los deportes de gimnasio, relacionado con la alimentación y su vigilancia, así como por la reocupación por mantener un cuerpo musculado y atlético. En un estudio de Dosil y Díaz (2002) con practicantes de aeróbic, observaron que un 9.2% de las encuestadas presentaba sintomatología compatible con un TCA. El último grupo de deportes, estimados de riesgo de desarrollar un TCA son los denominados de resistencia aeróbica, incluidos aquellos deportes en los que sus practicantes se pueden beneficiar de tener un bajo peso para mejorar su rendimiento. En estos deportes, en muchas ocasiones, una perdida repentina de peso empeora el rendimiento puesto que se reduce la masa magra y el deportista se fatiga con mayor rapidez. En los atletas de la pruebas de resistencia, es en los que mejor se puede observar las peculiaridades o practicas para optimizar su rendimiento mediante el control del peso. Algunos autores han observado que son cada vez más las atletas femeninas que desarrollan un trastorno de la alimentación (Rubio de Lemus, Lubin, 1993).

Los factores que hacen que se desarrollen TCA son: la presión social, las presiones de los compañeros de equipo y la ejercida por el propio deporte, la práctica deportiva, características psicológicas del deportista y en muchas ocasiones la presión del entrenador o del público en general (Dosil, 2004).

Referencias

Dosil, J. (2004). Psicología de la actividad física y del deporte. Madrid. McGraw-Hill Interamericana.

Slavin, J. L. (1991). Assesing athletes´ nutritional status: making it part of the sports medicine physical.Physician and Sports Medicine, 19, 79-94.

Burke, L. (2010). Nutrición en el Deporte. Un enfoque práctico. Madrid: Editorial Panamericana.

Degoutte, F., Jouanel, P., Begúe, R. J., Colombier, M., Lac, G., Pequignot, J. M. y Filaire, E. (2006). Food restriction, performance, biochemical, psychological, and endocrine changes in judo athletes. International Journal of Sports Medicine, 27, 9-18,

Hall, C. J., y Lane, A. M. (2001). Effects of rapid weight loss on mood and performance among amateur boxers. British Journal of Sports Medicine; 35: 390-5.

Hausenblas, H. A. y Carron, A. V. (1999). Eating disorders indices and athletes: An integration. Journal of Sport and Exercise Psychology,21, 230-258.

American Collegue of Sports Medicine., Sawka, M. N., Burke, L. M., Eichner, E. R., Maughan, R. J., Montain S. J., y Stachenfeld, N. S. (2007). American College of Sports Medicine position stand. Exercise and fluid replacement. Medicine and Science in sports & Exercise, 39, 377-90.

Thiel, A., Gottfriend, H. y Hesse, F. W. (1993). Subclinical eating disorders in male athletes: A study of the low weight category in rowers and wrestlers. Acta Psychiatrica Scadinavica, 88, 259-265.

Rubio, De, Lemus, P. y Lubin, P. (1993). La anorexia en el atletismo. Revista de Psicología General y Aplicada, 46, 459-464.